jueves, 8 de marzo de 2012

Guitarra prestada, callos propios.

Yo no tenía guitarra y tampoco tenía plata para comprarme una pues era bastante joven y no recibía mucho dinero entonces opté por acercarme a una amiga (Dalila Quezada) que tenía una guitarra y que no usaba mucho y le pedí que me dejara tomarla prestada. Estoy eternamente agradecido con  Dalila por ese gran aporte. En la iglesia utilizamos un himnario (Celebremos su Gloria) y la versión que trae la música escrita trae también en la parte de atrás una tabla con acordes para guitarra. Dos páginas que cambiaron mi vida para siempre. Comencé a aprenderme los acordes junto con los himnos y en poco tiempo ya estaba tocando canciones sencillas en la guitarra. A medida que iba aprendiéndome los acordes y practicando con la guitarra, venían a mi mente aquellas lecciones de música de la escuela primaria y también las cosas que había aprendido en mis clases de teclado y fui asimilando y comprendiendo muchas cosas. No estoy seguro de cuánto tiempo tomó para que yo comenzara a aplicar esos conocimientos pero de algo si estoy seguro, pasaba todo mi tiempo libre tocando guitarra. Mis dedos tenían marcadas las cuerdas y los callos crecieron bastante rápido pero el deseo de aprender era mayor que cualquier tipo de dolor que pudiera experimentar. Una vez que creció el callo ya no tenía dolor y todo fue un poco más sencillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario